James Nicholson, un residente de 46 años del Bronx, decidió embarcarse en un viaje de poliamor en solitario después de sufrir una ruptura en octubre. Nicholson se dio cuenta de que quería centrarse más en sí mismo que en otra persona, pero sin perder las ventajas de la intimidad romántica.
Haciendo malabares con el trabajo, el dolor por la pérdida de un familiar y criando a un hijo de 14 años con su exesposa, Nicholson optó por salir con varias personas a la vez, sin la intención de avanzar en una relación hasta la cima.
El poliamor solitario, o tener relaciones íntimas en simultáneo manteniendo la independencia, es una categoría que todavía desconcierta a muchos. Para los polisolitarios, el objetivo no es una pareja exclusiva, un matrimonio ni compartir finanzas o vivienda con alguien.
En entrevistas con personas que se identifican como polisolitarios, se destaca que las relaciones polisolitarias se basan en gran medida en la comunicación y la transparencia, y no se definen por el objetivo final de encontrar un alma gemela. A diferencia de otras relaciones poliamorosas, las parejas de los polisolitarios no interactúan.
Para James Nicholson, ser polisolitario significa ponerse a sí mismo en primer lugar y esperar el mismo trato de los demás. La etiqueta le ayuda a definir claramente el tipo de soltero que es por el momento, fomentando una conexión y comunicación sanas, abiertas y transparentes con cualquier persona con la que trate de forma continua.
A medida que el interés en el poliamor y la no monogamia ética crece, el poliamor solitario se presenta como una opción para aquellos que desean mantener múltiples relaciones románticas sin compromisos exclusivos. La transparencia y la comunicación son clave en este estilo de vida, que busca priorizar las necesidades individuales mientras se disfruta de la libertad y la felicidad de estar solo.